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por Daniel Gómez V. 30 nov., 2021
Las cosas como son, el estrés crónico es demasiado común hoy en día en los espacios de trabajo. Y ojo con este dato, según los locos con bata de la American Psychological Association’s (2020) en su encuesta anual de estrés en América, encontraron que el trabajo es uno de las mayores fuentes de estrés en la vida de las personas.
por Ignacio Serrano 20 may., 2020

Tenemos presente desde pequeños que algún día seremos adultos y trabajaremos. Nuestros principales modelos de trabajo han sido nuestros padres y es a partir de ellos que empezamos a formar nuestras ideas sobre el trabajo. El rango de estas ideas es amplio, desde "lo más sagrado es trabajo" hasta "trabaja en algo que te dinero" y "trabaja en algo que realmente te apasione, el sueldo es secundario".

Lo que concebimos es diverso, cada uno de nosotros construye su perspectiva de acuerdo con lo que escucha y ve. Para entender mejor esta relación podemos explicar estas visiones en una teoría unificadora, que nos permitirá acercarnos a la forma como cada uno de nosotros se relaciona con su trabajo.

La Dr. Amy Wrzesniewski, profesora de Yale, ha dedicado parte de su trabajo a entender esta relación, y ha definido la relación de las personas con su labor en tres categorías: trabajo, carrera, vocación.


  •         Tu relación o abordaje a lo que haces a diario como trabajo : esta es una relación transaccional, donde cambias tu conocimiento, experiencia, horas de trabajo por un sueldo. Tu “verdadera vida” está afuera de la oficina, tu enfoque está en tu familia, amigos, hobbies. Probablemente te sientas relacionado con la frase “la vida empieza a las 5:00pm”. Este trabajo te permite adquirir tiempo de vacaciones para descansar, proveer para tu familia, y/o darte gustos de vez en cuando.

  •          El abordaje como carrera: vez lo que haces como una oportunidad para crecer profesionalmente, y tal vez personalmente también. Te interesa conocer personas en tu área y aprender sobre las últimas tendencias en tu sector. Planeas a futuro pues estás persiguiendo un ascenso y te proyectas en cargos altos. Estableces metas y te esfuerzas por conseguirlas.

  •       Tu vida diaria o labor como  vocación:  te identificas plenamente con lo que haces, encuentras sentido a tus acciones. Vives el día laboral con un propósito que trasciende tu bienestar propio. Podrías llegar a considerar donar tu tiempo para que las tareas que realizas se lleven a cabo.  


Probablemente te estés preguntado en este momento sobre cómo quieres que sea tu relación con el trabajo, “¿debo sentir esa conexión con mi trabajo?”, “¿quiero un trabajo que me pague bien, o puedo sacrificar un sueldo alto por tener un propósito?”, “¿hasta dónde quisiera llegar en mi carrera?”. Cualquiera que sea tu inquietud hay algo importante que debemos añadir: los tres abordajes son válidos, y no hay uno mejor que otro. Si tu propósito y proyecto más grande es tu familia, un trabajo estaría bien, al igual que si tu meta es ganar un triatlón y tu trabajo te deja el tiempo suficiente para entrenar y viajar. Estaría igualmente bien si lo que buscas es desarrollar todo tu potencial profesional, y crecer tu carrera hasta donde puedas. Y si tu propósito trasciende tu bienestar individual, y puedes vivir de esa vocación , es igual de bueno.

Entonces, si todos los abordajes pueden ser valiosos, ¿porque sentimos que a veces la forma en la que nos relacionamos con el trabajo no es la correcta? Y creemos que deberíamos encontrar sentido, propósito y pasión en todo lo que hacemos.
Tal vez hemos estado mirando hacia afuera todo el tiempo, y es inevitable compararnos con los adultos que veiamos cuando eramos niños, o con las personas exitosas que vemos constantemente en los medios. Al fin y al cabo necesitamos referentes para saber qué caminos tomar. Sin embargo, esto puede resultar angustiante, pues aunque podamos sentir que hemos encontrado un camino en el ejemplo de otros, no siempre es tan satisfactorio como lo esperábamos, y empezamos a dudar de nosotros mismos y de nuestras decisiones... ¿reconoces el error?   ... estamos imitando el camino de otros. 

Tal vez la respuesta a esto es que no debemos buscar para encontrar sino para construir , y esta búsqueda empieza enfocándonos en nosotros mismos, en lo que mejor hemos hecho, lo que nos llena de orgullo y energía. Acá encontramos las fortalezas , que representarán nuestra materia prima para construir esa labor diaria y experimentar el sentimiento de satisfacción y pasión en nuestro trabajo, carrera, o vocación. 

por Ignacio Serrano 12 may., 2020

Se acaba el trimestre y los profesores corren con decenas de carpetas, papeles y registros para organizar sus notas y poder entregar el mejor reporte posible a los padres de familia. Los estudiantes nerviosos esperan ese momento en el que se sientan en un banquillo a escuchar a su director de grupo contarle a sus padres todo lo que han y no han hecho durante el último periodo. Vienen elogios, regaños, reclamos, reconocimientos y, finalmente, la atención de todos se dirige a la nota más baja de esa cartilla para luego dedicarle más tiempo y esfuerzo a esa mala nota.   -este es el comportamiento y las respuestas que hemos asumido dentro de nuestra cultura, regida por la tendencia de una fijación en las debilidades con la creencia de que debemos concentrarnos en ellas y superarlas para lograr un mejor desempeño, nivelarnos con nuestros pares y tener una vida satisfactoria. ¿Qué pasaría entonces, si cambiamos nuestro foco hacia lo que ya hacemos bien?

El desarrollo del carácter a partir de las fortalezas propone un acercamiento a esto, y es siempre emocionante y muchas veces difícil de apropiar. Emocionante porque presenta una mirada próspera e incluyente, pues habla sobre la capacidad de cada ser humano de experimentar una vida plena (académica, social o emocional) a partir de esas características innatas e inalienables que reconoceremos como fortalezas del carácter; y difícil de apropiar pues implica una aproximación casi contraintuitiva al tener que fijar nuestra atención en lo que hacemos bien, siempre por encima de nuestras debilidades. No es común ver a un padre pedirle a su hijo que explique esa nota alta, reconozca y menciona lo que hizo bien antes de pedirle explicaciones por los números o letras que aparecen en color rojo.  

Si bien el reto es grande, la motivación es mayor y cobra sentido cuando entendemos el origen, la aplicación y los beneficios de la educación positiva donde se prioriza el desarrollo del carácter.

La implementación de este modelo surge desde la construcción de la psicología positiva que ha liderado Martin Seligman junto con el Instituto Via y todo su equipo de trabajo, y el trabajo de Donald Clifton como director de la organización Gallup y reconocido padre de la psicología de talentos. (Tal vez, si el lector ha oído hablar de ambos, pueda surgir la inquietud acerca de la relación entre estos dos movimientos, pero los une el mismo interrogante: ¿Qué pasa si estudiamos lo que el hombre hace bien, a cambio de enfocarnos en sus debilidades, patologías o condiciones psicológicas? Además, no por casualidad, aparece el nombre de Donald Clifton como uno de los principales asesores en la construcción de “Character Strengths and Virtues, Handbook and Classification”, el manual y clasificación de las fortalezas del carácter liderado por Martin Seligman y Christopher Peterson).  

Ambas iniciativas, las fortalezas del carácter de Seligman y el desarrollo de talentos de Clifton, buscan el crecimiento personal desde el desarrollo de las fortalezas; la primera entendiendo las fortalezas del carácter desde el concepto de virtudes y la segunda desde los talentos comprendidos como patrones recurrentes de pensamiento, acción y emoción.

Estos modelos han sido llevados a diferentes ámbitos, desde lo corporativo hasta el desarrollo personal, el coaching y procesos terapéuticos. Nos interesa ahora la aplicación a los espacios educativos, en donde los beneficiados no serán únicamente los estudiantes sino toda la comunidad a su alrededor.

Una de las aproximaciones del colegio se da desde un modelo formulado en tres momentos: Entender/Nombrar - Reconocer/Apropiar - Aplicación intencional. Este modelo es descrito dentro del modelo de coaching construido por la organización Gallup y propuesto también por Ryan Niemiec como uno de los modelos de trabajo para el desarrollo de las fortalezas del carácter. Este modelo implica esencialmente un proceso de autoconocimiento que puede transcurrir transversalmente durante varios períodos académicos.

Iniciamos con entender/nombrar: esta es la base teórica de la implementación de este modelo, no podemos asumir esto sin antes hacerlo parte de nuestro lenguaje, es necesario ponerle nombre a estas fortalezas y comprender de qué trata cada una de estas. Como muy bien lo plantea la psicología positiva, ya tenemos nombres y referencias para todas las patologías y condiciones del comportamiento humano, ahora démosles un nombre a las cosas buenas.    

La segunda fase de este modelo incentiva un proceso de introspección, donde se motiva el reconocimiento de las fortalezas que se han entendido previamente en acciones específicas de la vida cotidiana. Visualizamos y encontramos evidencia de comportamientos que reflejan estas fortalezas, y llevamos a la apropiación de estas características. El proceso introspectivo para la identificación de los comportamientos se incentiva a partir de las siguientes preguntas, propuestas como “pistas de talentos” por Gallup: ¿Cuáles son esos momentos que más anhelas? ¿En dónde has identificado picos de excelencia? ¿Qué es eso que aprendes más rápido que los demás, lo que más te fluye? ¿En qué momentos recibes cumplidos o reconocimientos? Y, ¿qué te hace o ha hecho sentir orgulloso? La identificación y respuesta a estas preguntas cobra un valor poderoso dentro del proyecto de vida y desarrollo vocacional, pues al encontrar estas acciones se habilita la posibilidad de proyectar conscientemente una vida donde podamos hacer más de eso que nos llena de orgullo, que anhelamos y nos fluye, y donde podemos tener un desempeño excelente para aportar de la mejor manera posible a la humanidad siendo felices.  

Entre estos dos primeros momentos se comienza a tejer el proceso de autoconocimiento y autoestima prioritario en el desarrollo adolescente, pues irremediablemente nos empezamos a sentir identificados con alguna de las fortalezas que estamos conociendo y, mejor aún, nos empezamos a enamorar de las características que suponen estas fortalezas para luego encontrarnos con ellas en nuestras propias vidas, e iniciar un ciclo de autoestima al reconocer su valor tangible.

Finalmente, debemos poner en práctica estas fortalezas. La sola identificación y apropiación de estas puede cumplir un papel importante en la generación de identidad y autoestima en la adolescencia, pero no estaría completo el ciclo si no las usamos intencionalmente para generar valor en nuestra vida y la de nuestra comunidad. La inversión intencional en el uso de nuestras fortalezas del carácter nos lleva a un desarrollo excepcional de cada una de esas características.

¿Ahora, por qué adoptar este modelo? Y así respondemos nuestra pregunta inicial: ¿Qué pasaría entonces, si cambiamos nuestro foco hacia lo que ya hacemos bien? Asumir este modelo de fortalezas del carácter supone un enriquecimiento de nuestra cultura educativa, pues nos da un lenguaje que nos permite elaborar nuestro autoconocimiento más allá de los lugares comunes en los que solemos caer; “soy bueno para futbol; se me da la escritura y las matemáticas; tengo talento musical… etc.” Esto se logra al comprender las 24 fortalezas del carácter descritas por la psicología positiva o los 34 talentos identificados paralelamente por la psicología de talentos. Al hacer esto, nos permitimos también abarcar el 100% de la comunidad pues incluimos a todos aquellos que no han encontrado lugar dentro de esas habilidades deportivas, académicas, o artísticas que mencionamos tan fácilmente. Los beneficios de esto van más allá de las observaciones anteriores, existen ya múltiples estudios que muestran los resultados del giro hacia las fortalezas y el desarrollo de talentos en las escuelas de Estados Unidos. Gallup presenta un informe sobre algunos resultados de esta implementación: Existe una alta correlación entre el uso y conocimiento de los talentos y la motivación; el solo hecho de conocer los talentos muestra un crecimiento del 7% en el compromiso con las actividades diarias y la inversión diaria en los talentos aumenta este porcentaje; los estudiantes con mayor optimismo y nivel de compromiso activo o enganche reportan mejor desempeño y menor ausentismo; poder hacer las actividades en las que mejor se desempeñan hace que los estudiantes tengan una mayor percepción de éxito en el colegio. (Para el lector interesado en profundizar puede encontrar varios estudios sintetizados por Michelle McQuaid, quien describe brevemente 10 razones para enfocarse en las fortalezas https://www.psychologytoday.com/intl/blog/functioning-flourishing/201411/ten-reasons-focus-your-strengths )

Los retos que trae el siglo 21 son muy grandes, y como muy bien lo dice Jennifer Fox en su libro Your Child’s Strengths: “aquellos que experimenten logros repetidamente serán esos que conozcan sus fortalezas y las puedan llevar a los equipos que conformen… el momento para este viaje es ahora, pues el siglo 21 exigirá fortalezas. Enfocarse en las debilidades es lo que nos hace quedarnos atrás.”


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